Luis Tovar.- “No le daría la comunión a alguien que hiciera apología de la homosexualidad. En cambio sí se la daría al homosexual que no aplauda esta condición y trate de reprimirla”, declaró el sacerdote Jesús Calvo durante su entrevista del pasado jueves en ‘La Ratonera’. Con la contundencia y claridad expositiva que la caracteriza, el párroco leonés dio respuesta a varias cuestiones relacionadas con la moral y el papel del hombre frente a Dios. En ese sentido volvió a mostrar su apoyo al cardenal Fernando Sebastián, víctima de una campaña de linchamiento mediático por sus aseveraciones sobre el tratamiento de la homosexualidad desde un punto de vista médico: “Sólo faltaba que estos nuevos ‘jueces de la moral’ le dijesen a un obispo lo que tiene que dedir”, señaló. Reproducimos parte de su entrevista en ‘La Ratonera’:

-¿Cuáles son los problemas y las consecuencias graves que trae acarreada a la moral y a la economía la vigencia de las actuales políticas liberales?

Las encíclicas de los Papas del siglo XIX, hasta San Pío X, se preocuparon de las tendencias filosóficas de los tiempos derivados de la revolución francesa de 1789 y de las que derivaron los derechos del hombre, que ahora se llaman derechos humanos. En 1792; es decir, tres años después del inicio de la revolución francesa, Pío VI los condenó por ateos, por vanos, porque no hablan de deberes y están basados en un naturalismo del hombre por el hombre, sin consideración a sus deberes de derecho natural y a la ley divino-positiva del Decálogo. Por tanto, establece un divorcio entre el pensamiento del hombre y Dios, que queda lejos. De ahí nos ha venido esta cascada de derechos gratuitos, aún sin deberes, fruto de una soberbia que pone al hombre por encima incluso del Creador y materializa al mismo tiempo el sentido de la existencia humana, reduciéndola a las satisfacciones del presente y desvinculándolas de los deberes para con el Creador y, consiguientemente, para con su prójimo como criatura que camina en la misma dirección a un fin trascendente y eterno.

Ya lo dijo Tolstoi: “si todo está permitido es porque Dios no existe”. ¿Qué razón habría entonces para comportarse con responsabilidad si a nadie hay que dar cuenta de nuestras conductas? Todo este desajuste del mundo moderno solo s debe a esta falta de conocimiento y de reconocimiento del principio al que nos debemos y al fin al que tenemos que dirigirnos, queramos o no.

-Háblenos del ateísmo práctico y del ateísmo teórico…

El ateísmo teórico no existe, ya que es imposible demostrar que Dios no existe. Lo que sí es posible racionalmente es demostrar la existencia de Dios. El mundo vive en un ateísmo práctico, como si Dios no existiera, y este ateísmo lo crea la desvinculación de la criatura con su Creador, al que se debe por justicia y gratitud. ¿Cuàles son las consecuencias? Abandonarse a una falsa libertad que, lejos de usarse como instrumento para desarrollar nuestras funciones en honra y gloria del Creador, se despliega en el capricho egoísta y soberbio de la criatura que se autodiviniza, atropellando a su paso todo principio ético y convirtiendo el mundo en la ley de la selva o la ley del más fuerte. Una de dos: o reconocemos la fuerza de la razón o reconocemos la razón de la fuerza. En esto está resumido el principio de la moral y de la concivencia. O reconocemos un mundo que ha de regirse por las leyes anteriores al ser humano y por encima incluso de quienes la enseñan y predican o, por el contrario, imponemos nuestro capricho irracional atropellando lo divino y lo humano. A esto nos concude el llamado liberalismo, que no es otro pensamiento que el materialista de creerse que no hay más posibles paraísos que el de este mundo.

-Es llamativo, Padre, que habiendo en teoría tantos millones de católicos en España, estemos dejando solo al cardenal Fernando Sebastián por defender lo que es conforme a la moral católica.

Lo hemos dejado solo porque en su día, tras la muerte de Franco, no defendimos una democracia con condiciones. La Iglesia estaba ya enamorada de la democracia y dando la espalda a quien tanto debe. Hoy, la Iglesia confabula con el sistema y se la deja que mantenga la fachada aun a costa de los derechos de Dios. Una de las profecías de la Virgen de Fátima ya nos alertó acerca de que la Fe se evaporará y de que el Anticristo ocuparía la sede de San Pedro. Quedará entonces la fachada, el costumbrismo, pero privado de su sobrenaturalidad

-¿Somos responsables de la muerte de inmigrantes cuando intentan entrar ilegalmente en España, como sostienen progresistas y buenistas católicos?

No, de hecho España nunca tuvo política colonial en esos países donde proceden los inmigrantes que han muerto estos días. España evangelizó y no hizo esclavos. Quien sí tuvo políticas esclavistas y colonialistas fue sobre todo Inglaterra, además de Francia y Bélgica. Donde fue, España sembró siempre la fe católica. Es más, las colonias americanas que se independizaron de España se han dado cuenta de que quedaron desprotegidas y al final tendrán que arrepentirse, somo está siendo el caso de los saharauis, que estaban contra España creyendo que Marruecos les iba a traer el paraíso.

– ¿Es un pincipio católico la legítima defensa?

Dice la moral católica que es lícito matar al injusto y al agresor antes de que te mat.en a tí. Es derecho natural. No hace falta siquiera un concepto cistiano. La ley de Dios prohíbe matar al inocente, pero manda defenderse del injusto agresor. Contra el agresor, el asesino, el atracador, el navajero… sí cabe la legítima defensa.

– ¿Es lícito desde el punto de vista católico la rebelíon contra el tirano?

Sí, ya lo dice San Pedro: hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El que manda es, en primer lugar, un mandado del de arriba y tiene que saber mandar. Si manda para él, antonces pierde la jurisdicción y no puede ser objeto de obediencia. Esto vale tanto para un tirano como para una autoridad eclesiástica.