Enrique de Diego.- Es un proceso muy grave porque Internet es el ámbito de libertad, pero es preciso denunciarlo: la casta parasitaria no está sino que ya ha infectado el mundo de los digitales. Por supuesto, Internet no precisa concesión administrativa y hay digitales como Alerta Digital, que mantienen su independencia completa, pero muchos se han plegado a los dictados del sistema a cambio de publicidad institucional e incluso se están plegando cada día más a la espera de sustituir en el esquema lacayo a los medios tradicionales que están creciente y manifiestamente en crisis.

Lo que Karl Popper denominaba la contrastación por la realidad la he percibido con prnoticias.com en su modo oficialista de informar sobre la crisis de Intereconomía, a pesar de tener la información correcta, llegando a situaciones esperpénticas como calificar de retrasos en las nóminas situaciones de impagos de tres para cuatro nóminas, más dos extraordinarias, como se produce en el caso de los redactores de La Gaceta. Prnoticias empezó siendo una web combativa, ahora quiere llevarse bien con todo el mundo y dar ese aspecto moderado que se confunde con la cobardía y la sumisión.

No es el caso más extremo, el más extremo de lacayismo y corrupción moral es periodistadigital.com. Es más grave o si se quiere más doloroso porque Alfonso Rojo fue un periodista y bueno. Fue porque ya no es ni periodista. Es un simple bufón o payaso y un lameculos compulsivo y profesional y no digo nada que él no sepa y no me haya dicho o me haya dado a entender, con una frase terrible: “el periodismo ahora es espectáculo”, circo. Eso es una bufonada más, porque ese espectáculo es pura manipulación. Periodistadigital ha dejado de ser crítico a la búsqueda de favores del Partido Popular, al tiempo ha ido incrementando sus contenidos basura como contribución al adocenamiento de la gente y a la degradación de las mentes y los espíritus. Periodistadigital ha llevado su infamia y su degradación hasta el nivel de no dar información alguna sobre la crisis de Intereconomía, a pesar de que es un portal supuestamente especializado en noticias sobre medios de comunicación.

Libertaddigital siempre ha sido un chiringuito esperancista; una degradación del liberalismo a la condición egipcia: poniendo el cazo y alabando con motivo o sin él a la exlideresa y al nepote Ignacio González. Losantos es una de las mayores estafas morales que ha producido la casta, una de sus más pequeñas y grandes coartadas.

El oficialismo también se ha apoderado de elconfidencialdigital.com, que es cortesano muy especialmente en todo lo relacionado con Zarzuela, que es una orgía y una cloaca, cosa que a José Apezarena, miembro numerario del Opus Dei, le importa una higa y no le produce ninguna repulsión moral.
Elsemanaldigital siempre ha sido un vocero del Partido Popular, y muy específicamente de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y en sí mismo este digital pertenece a la intrahistoria de Gürtel y de la corrupción política.

Elconfidencial.com y vozpopuli.com dan solvente información económica, pero han rebajado sustancialmente su capacidad crítica en el terreno político, y respecto a la cuestión clave de la crisis de sistema, de modelo, con lo que entrañan una cuota parte importante de engaño.

El plural.com, que tiene una clara línea editorial de izquierdas y próxima al partido socialista, mantiene sin embargo unos altos niveles de periodismo veraz y riguroso. No engaña e informa.

Esta infección del mundo de los digitales es muy grave porque se están copiando todos los errores de los medios tradicionales y, sobre todo, su sumisión a los intereses de la casta parasitaria, el esquema de compraventa y el clamoroso abandono de la condición de contrapoder. Ya están funcionando conjuras de silencio como en los medios tradicionales. Ya hay temas que no se tocan, con elevada autocensura. Conviene que la gente esté precavida respecto a esta degradación, de forma que apueste decididamente por los medios libres. La infección por la casta parasitaria puede tener otro efecto, si no se denuncia, que es situar en posición de frikis o disidentes condenados al ostracismo a quienes mantenemos una postura ética respecto a nuestra entrañable profesión periodística en la consideración de que es un servicio a la búsqueda de la verdad y en defensa de la libertad.