Enrique de Diego.- Este es el año de Las Navas de Tolosa y hay en ello algo de providencial porque los males de España son muy profundos, tan profundos que la España oficial, la casta parasitaria, ha dado la espalda a la efeméride y se ha negado a honrar la memoria de los héroes a los que tanto debemos.

Un puñado de patriotas, aquí y allá, confluyendo, se ha negado a esta traición a la auténtica memoria histórica y está salvando la dignidad nacional. No hace mucho estuve presentado mi novela “Las Navas de Tolosa” (Editorial Rambla) en la Toledo de don Rodrigo Ximénez de Rada invitado por la asociación Studium, donde confluyen profesores universitarios y empresarios. Studium están promoviendo la ruta de Las Navas de Tolosa, que idearon Casimiro y Nicolás, de Aldea del Rey, pueblo que tiene el honor de contar en su término nada menos que con Salvatierra, donde cuatrocientos calatravos cargaron contra todo el ejército del imperio almohade, y esa maravilla de belleza y religiosidad castrense que es Calatrava La Nueva. Antes estuve en Navarra rindiendo homenaje en Roncesvalles a Sancho VII el Fuerte. Y espero ir en breve a La Carolina, donde tuvo lugar la batalla, una de las más decisivas de la historia de la Humanidad.

Frente a todo este esfuerzo, tan correspondido por los lectores de Alerta Digital, que ofrecen generosamente su respaldo a cuanto se publica sobre Las Navas, el silencio espeso de la corrupta España oficial, de esa casta parasitaria infame trufada de egoísmo y degenerada de privilegios y mordidas; esa España oficial sin ideales, enfangada en la crueldad de sus intereses.

En Las Navas de Tolosa ganó España y eso es lo que no se soporta y lo que se quiere ocultar. Una España unida en torno a grandes ideales, como refleja don Rodrigo Ximénez de Rada en su “Historia gótica” o “Hechos de España”. ¡Hechos de España! ¡Alabanza de España! De otra España, sin duda; de otra España que ha de volver y alborear; una España de grandeza y generosidad, en torno a un gran proyecto nacional movilizador como todos se movilizaron para ir contra el enemigo común, en defensa de su libertad, hacia la muerte o hacia la gloria, a través de yermos hacia montañas inexpugnables cuyos pasos desconocían y cuyas crestas estaban tomadas por un enemigo superior en número.

Pero el recuerdo de Las Navas, el ejemplo de los héroes de Las Navas se va extendiendo, como un clarín de llamada, como un banderín de enganche, como un salto a la torera de toda la inmundicia de lo políticamente correcto. Lo van extendiendo patriotas anónimos y conscientes, luchadores contra corriente, entre el silencio lacayo de los medios de la casta.

Y en ese esfuerzo está la simiente generosa de un gran proyecto nacional regenerador, porque es precisa una nueva batalla de Las Navas de Tolosa con armas distintas, pero que precisa de la misma lucidez y parejo coraje, pero, sobre todo, ideales, ese coraje y esos ideales que afloran cuando están en juego la dignidad y la supervivencia.