Por Enrique de Diego.- El Borbón en plena histeria. Una escena que hace dudar muy seriamente de su salud mental: broncazo al presidente del Gobierno en pleno desfile. La dignidad del Estado arrastrada por el lodo en una escena más propia del patio de Monipodio o de una corrala de vecinas que de personas responsables. Que si el motivo de la histeria han sido las declaraciones del ministro Wert sobre españolizar a los niños catalanes, cuestión, por cierto, que no debería ser necesaria si durante cuarenta años el Borbón no hubiera permitido y alentado un proceso de ingeniería social, un lavado de cerebro para convertir a los niños catalanes en antiespañoles (el proceso no ha sido un éxito total, Plaza de Cataluña, la plaza de la dignidad nacional, el 12 O estaba llena de jóvenes).

Que si el amante de Corinna, el beodo mataelefantes y rompecaderas, le ha afeado la tensión con la Generalitat. Tras las primeras informaciones claras sobre que el felón Borbón va desnudo, en pelota picada, y gritando como un histérico maleducado, luego, lo de siempre, algunos paños calientes. Resumen: que Juan Carlos ha salido a templar gaitas a favor del separatista Artur Mas; que el Borbón tiene los pantalones por los calcañares y los testículos de corbata.

Esa es la realidad. Nada que no fuera previsible. Los lectores de mi libro “La monarquía inútil” saben ya, con toda la documentación, que el Borbón es un traidor a la Patria, que el juancarlismo es la cesión permanente a los separatismos, que al Borbón España le trae al pairo, le importa una higa, porque lo que le preocupa es su puesto de trabajo, sus privilegios y su corrupción.

De un tiempo a esta parte, el Borbón no es que se salte el protocolo, es que directamente la monta. Grita, se expresa con aspavientos como un personaje desquiciado, al que, si no fuera por los obscenos privilegios monárquicos, se le incapacitaría. Pide perdón aunque aún no sabemos de qué. Abronca a los periodistas más lacayos, a los que dan información de la familia real, que de familia no tiene nada, porque Juan Carlos está más solo que la una y Sofía ni está ni se la espera, en su venganza griega, mientras se nos avergüenza con una amante que hace negocios en representación del jefe del Estado español y que hace declaraciones tildándolo de “tesoro nacional”, como si fuera Gollum.

Me remito a “La monarquía inútil”: Juan Carlos de Borbón es el peor enemigo de la unidad de España. No, ahora. No desde la bronca a Rajoy, sino desde hace cuarenta años, desde los prolegómenos y el inicio de la transición. O España acaba con esta monarquía o la monarquía acaba con España. Será lo primero porque los patriotas están despertando y se ha abierto el camino para el resurgimiento de España.