Argentina dice ¡basta!
Ester Sisack.- Montesquieu, cuya obra cumbre “El Espíritu de las Leyes” sigue siendo motivo de reflexión y sus pensamientos aún son vigentes. señaló que el principio básico de la democracia era la virtud, tal como fue preconizada por los antiguos griegos. Cuando la virtud desaparece, comienza la corrupción de la democracia y la república corre el riesgo de perderse. Es por eso que, al analizar el problema, señala: “la corrupción de cada gobierno empieza, casi siempre, por la de los principios”. “El pueblo cae en esta desgracia cuando aquellos a quienes se confía, para ocultar sus propias fallas y para que los ciudadanos no vean sus ambiciones, les hablan sin cesar de la grandeza del pueblo”.
Así ha sido el proceder de las máximas autoridades de la República Argentina estos últimos tiempos y, se ha acentuado notablemente, en estos últimos días. Denostando algunos, desconociendo otros la multitudinaria movilización ciudadana que se caracterizó por la espontaneidad y como dijo el periodista Jorge Lanata, la falta de liderazgo convocante es su debilidad, por un lado, y también, su fortaleza.
A menos de un año de los comicios que llevaron a Cristina Fernández de Kirchner a su segundo mandato presidencial, con el 54% de los sufragios, la ciudadanía, incluso muchos de los que la votaron, ha mostrado su disconformismo en las calles. En una movilización pacífica y respetuosa donde abundaron las banderas argentinas, los pancartas caseros pidiendo justicia, libertad, seguridad, honestidad en los índices inflacionarios –cuestiones cotidianas- y donde asistieron familias, niños en brazos de sus padres o en cochecitos, así como mayores con sus nietos con uniforme escolar. Mucho ruido, bocinas, golpes de cacerolas, tapas, algún tambor, no más. Fueron tres horas de congestión de tránsito, de gente por la calle, aplaudiendo y caminando. Por eso es inexplicable que un gobierno con intelectuales (algunos) que no dudan en utilizar epítetos contra los manifestantes; jóvenes funcionarios de cuna de seda criticando a la “clase media”, olvidando que es ésta, precisamente, la que consume, trabaja y paga sus impuestos: y, finalmente, en el colmo de la indiferencia y la negación, la máxima autoridad de la Nación se permite el “lujo” de adoptar una actitud amenazante y sigue, tal como señala Montesquieu hablar de la “grandeza del pueblo” para tapar los propios actos fallidos que, sin duda rozan el delito. El crecimiento exponencial de los patrimonios de los funcionarios es inexplicable en este país y, curiosamente, es inversamente proporcional al crecimiento económico del resto de los ciudadanos que ven cada día más exiguas sus ganancias, menos posibilidad de progreso, logrando apenas cubrir necesidades cotidianas, más presión fiscal, casi en actitud persecutoria, con un recorte de las libertades individuales: dónde y cómo alimentarse, dónde y cómo ir de vacaciones, dónde y cómo cuidar la salud o adquirir la ropa. Mientras tanto, como en una película en paralelo, los funcionarios (“ellos”) dan suntuosas fiestas, poseen vehículos de alta gama y carísimos atuendos (el look viuda-disco). Presos que no están presos (“vatayón militante”), delincuentes que generan inseguridad creciente adueñándose de las calles. Adjudicaciones sin licitación, reparto de puestos muy bien remunerados a amigos del hijo presidencial, corrupción al por mayor y sin ningún recato.
Esos fueron los motivos que parecen no entender los funcionarios y simpatizantes de la presidente. No es complicado, no es un tema ideológico, ni es necesario hacer un curso de sociología política para entenderlo: es saber que los jueces venales que cajonean expedientes o fallan prestamente otros, los legisladores nacionales y provinciales que cambian de rumbo (y de voto) traicionando a quienes depositaron en ellos su confianza y que el gobierno nacional ejerce su función de espaldas al pueblo, autista, negando la realidad o dibujando una realidad (llamada relato) de un país maravilloso e inexistente.
Hoy Argentina está partida: han sembrado odios, rencores y crispación. Y hoy, también, la ciudadanía común, ésa que los funcionarios ningunean, ha dicho BASTA. Debemos reconstruir la república en democracia desde los principios.
Henrrichs strom……seguramente Franco no pensaba lo mismo…gracias a DIOS
Menuda son estos ladrones ,nos estafaron en el trigo cuando España estaba en la post guerra . .saludos Henrrichs
Eres un patán carente del mas mínimo conocimiento histórico. Lamento mucho que seas español.
¿Montesquieu como ejemplo? Madre mía…