B.B.- Karim Ouchick, un francés de origen argelino, miembro del Frente Nacional y consejero de Marine Le Pen en materia de libertad de expresión, habla en una entrevista de la inmigración y los problemas que generan en Francia

P- Es usted un francés nacido de padres argelinos. ¿Piensa usted que hay demasiados inmigrantes en Francia?

R- Yo razono exclusivamente como ciudadano francés, preocupado por encima de todo en salvaguardar y hacer perdurar el extraordinario modelo de civilización francesa. En materia de inmigración, nuestro país ha alcanzado sin duda alguna un umbral excesivo: por lo tanto es una cuestión vital para Francia el invertir los flujos migratorios. No podemos acoger toda la miseria del mundo, salvo comprometiendo un equilibrio social y económico bastante precario y haciendo imposible la preservación de un modelo de sociedad que está atacado por todas partes. Al reducir los flujos migratorios, nuestro país estará en mejores condiciones de garantizar la asimilación de los inmigrantes ya en nuestro territorio, siempre, claro está, que estos demuestren una intención sincera de asimilarse. Esta necesaria disciplina debe ser acompañada por una política voluntarista de ayuda al desarrollo dirigida a los países del Tercer Mundo, para que las poblaciones de los países afectados por la crisis económica y la pobreza endémica no sean tentadas de alcanzar el Eldorado europeo.

P- En un mítin, Marine Le Pen se ha preguntado: “¿Cúantos Mohamed Merah hay en los barcos y los aviones que llegan a diario a una Francia llena de inmigrantes? “. Esta identificación entre inmigrantes y terroristas no le resultante chocante? Además, Mohamed Merah no llegó en barco, ya que había nacido en Francia.

R- ¡Basta de caricaturas! Marine Le Pen ha subrayado con razón que muchos inmigrantes recientes y muchos franceses de generaciones recientes se han integrado tan mal en nuestro país que algunos de ellos podrían estar inevitablemente tentados de replegarse sobre su identidad en el mejor de los casos, o por la acción terrorista en los casos más extremos. Cuando el proceso de asimilación a Francia está estancado, no hay que extrañarse de estas derivas, que debemos combatir colectivamente. En este terreno, la lucidez no es el enemigo de la generosidad bien entendida.

P- Sin el derecho de suelo, usted no habría podido convertirse en francés. Es usted favorable a que se elimine?

R- La pertenencia a la comunidad francesa se ha de merecer. Soy cuidadano francés por efecto del derecho de suelo, y espero haber probado durante toda mi vida mi amor sincero hacia mi patria, que justifica hasta hoy la legitimitad de la nacionalidad francesa que nuestro país me ha otorgado a mi nacimiento. Para ser sincero: considero, en cada instante de mi vida, que esa nacionalidad francesa es un honor que se me ha hecho hace 46 años. La eliminación de ese derecho de suelo (cuya aplicación automática conduce demasiadas veces a frabricar ciudadanos “a pesar suyo”) en el marco de una reforma profunda del Código de la nacionalidad francesa, no me choca en absoluto, ya que las condiciones de otorgamiento de la nacionalidad francesa se harían sobre bases objetivas, lo que es perfectamente el caso en el proyecto de Marine Le Pen: estancia pacífica, legal y prolongada sobre el territorio de nuestro país, dominio de nuestro idioma y pruebas de asimilación.

P- Usted es un antiguo cargo del Partido Socialista. ¿Por qué ha roto con los socialistas?

R- Me he mantenido fiel a mis ideas, las que me llevan desde siempre a priorizar los intereses de mi país antes que aquellos, siempre mediocres, de los partidos políticos. Hace años que he abandonado las filas del Partido Socialista, he considerado que el PS y la UMP habían traicionado los intereses de nuestro país, errando en la aventura europeista. La traición histórica del Tratado de Lisboa (aprobación parlamentaria en 2008, con la complicicdad del PS, de un texto que había rechazado masivamente los francesese en el referendum del 2005) es un hecho fundador de mi compromiso político en el seno de la familia soberanista.