Si uno señala cómo fueron expulsados franceses de Argelia, españoles de Guinea Ecuatorial, italianos de Libia, portugueses de Angola, Mozambique…. qué se yo, poniendo también de relieve la situación de los boers en Sudáfrica, se me viene a la mente la palabra “genocidio”. ¿Por qué será?

¿Expulsar inmigrantes “por la cara” no es xenofobia? ¿Por qué no ponen el grito en el cielo los que se rasgaban las vestiduras con casos como el de los cíngaros en Francia?

Y en el caso de los boers, éstos no son ni tan siquiera inmigrantes… Como no lo eran los muchos españoles americanos que fueron asesinados por Bolívar y compañía a principios del siglo XIX en el Nuevo Mundo.

Sé que muchos me calificarán de loco con sólo insinuarlo, pues la moda radica en sentirse avergonzado sistemática y acríticamente de la Historia asumiendo un maniqueísmo progre que sólo profesan algunos acomodados y occidentalísimos burgueses. Auto-odio gramsciano en estado puro. Y más allá: A pagar y a callar ante la proliferación de mezquitas.

España: Casi dos millones de abortos y siete millones de inmigrantes en poco más de dos décadas. El resto de Europa no anda mucho mejor. Van proliferando mahometanos alaridos.

¿No pone los pelos de punta? ¿No es esto otro genocidio en clave a una “revolución demográfica” a la que atónitos asistimos sin asimilarlo, regodeándonos en nuestra propia miseria?

Sin entrar en una crítica historiográfica pormenorizada sobre el colonialismo decimonónico que aquí no compete, tampoco hay derecho a lo que ocurrió en la desastrosa descolonización, que no buscó sino la entrega de todo un continente a despiadadas multinacionales más o menos en la sombra. El coltán del Congo o el petróleo de Nigeria son sanguinolentas muestras de este infierno. Una vez más la progresía haciéndole el juego al capitalismo salvaje, creando juguetes rotos en forma de mediáticas tiranías. Lo mismo hacen en nuestra América.

Con todo, no echo la culpa de todo a los inmigrantes porque es falso e injusto. Máxima culpa es nuestra insufrible decadencia. Pero echar toda la culpa de lo que pasa en muchas partes del mundo a la “colonización” es injusto, demagógico, soez y mezquino.

El linchado Gadafi soltó un buen día en Al-Jazeera: “Tenemos cincuenta millones de musulmanes en Europa. Hay signos de que Allah concederá la victoria en Europa sin espadas, sin armas, sin conquistas. Los cincuenta millones de musulmanes en Europa lo convertirán en un continente musulmán en pocas décadas.” Bastante antes ya había dicho Bumedian (Siendo presidente de Argelia): “os venceremos a través de los vientres de nuestras mujeres”.
Claro que esto no es colonialismo….

¿Y el de los árabes contra los bereberes? ¿De eso no conviene hablar?

En Francia se coció la polémica hace tiempo debido a la cinta “Hors-la-loi” del franco-argelino Rachid Bouchareb en Cannes. Una película sobre el colonialismo francés donde por lo visto sólo murieron argelinos. Digo yo que si este artistazo moruno tan a disgusto está en la malísima Francia, ¿por qué no vuelve a su idílico Magreb y de paso se lleva a unos cuantos que hablan de paraísos andalusíes –con dinero público, siempre- que en realidad nunca existieron?

Y con todo y con eso, hay obispos que se rasgan las vestiduras porque los suizos no quieren minaretes… Minaretes que proliferan en una sociedad descompuesta, vacía, martilleando sus propias mentiras y contradicciones.

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