Una experta progre en diversidad quiere que los colegios británicos supriman el papel de color blanco para no ofender a los alumnos negros
J. M/ND.- La competencia es dura. El mundo globalizado ha llevado la frontera hasta límites hasta hace pocas décadas insospechados. Ardientes lauros se disputan los timbres de gloria con que coronar las testas más merecedoras de la dignidad, agobiadas sus ramas por atender un linaje cada vez más imponente, pero dispuesto a escribir con broncíneas letras la señal de su mérito. Sí, todo esto es cierto. Pero, a pesar de la afanosísima pugna por un cetro cada vez más disputado, Anne O’Connor se ha convertido ya en una de las mujeres más ridículas del más ridículo de los mundos, en uno más de los ectoplasmas ‘progresistas’ más absurdos que consumen el oxígeno del planeta, tan escaso, otro adefésico engendro dentro de la ridícula prosapia de la corrección política más necia y desatinada.
Sí, el papel blanco es racista. Por blanco. De hecho, el fondo de esta pantalla, también blanco, asimismo lo es. Y los gorros de bruja de las niñas por Halloween más racistas todavía, por la razón contraria, por ser negros. Los niños pequeños de guardería viven un infierno de incitaciones al racismo que debe ser corregido para evitar males mayores, entre ellos, que los niños negros se sientan ofendidos por los gorros negros de bruja y por los papeles blancos en que todos escriben, restos malditos del esclavismo y del sometimiento de unos hombres por otros hombres.
El papel blanco racista
Anne O’Connor ha trabajado y trabaja en la asesoría a varios ayuntamientos británicos que arden en deseos de llevar a sus explosivas calles y aulas un brillante amanecer de purísimamente concebidos multiculturalismos y el multirracialismos, ambos, sin embargo, mutaciones bien vistas del racismo de toda la vida, esta vez, inverso. Y así, la señorita O’Connor ha saltado a la fama por recomendar a los responsables del sistema educativo que expurguen las clases del material que, de forma hasta ahora inadvertida, incita al racismo más extremo.
Por ello, y comenzando con los niños de guardería, O´Connor exige purificar el material escolar del papel blanco, que, en todo caso, debería ser compatibilizado con papeles marrones y negros con el fin de que los niños marrones y negros no se sientan ofendidos por los papeles blancos, ni los niños blancos alimenten el latente racismo que, desde que abandonan el pecho materno, ya bulle, pútrido, en su recién estrenado interior.
En el mismo saco de contundente higienismo antirracista, por Halloween, las niñas deben evitar como sea cubrir sus aparentemente inocentes cabecitas con los tradicionales gorros negros puntiagudos de bruja. El problema no se agita, artero, en los sombreros en sí mismos, ni en su forma, potencialmente fálica y, por tanto, incitadora de la natural violencia del macho, sino en el color del gorrerío. Sí, negro.
Las hadas también son racistas
Según Anne O´Connor, mucho problema de aceptación de la diversidad humana de colores se evitaría si estas niñas llevaran los sombreros de bruja, en vez de negros, de color “rosa”. Y tal es lo que propone a los ayuntamientos que la contratan, quizás inadvertida la psicopedagoga sobre el avispero en que se mete ella misma contra sus colegas de la brigada de señoritas feministas, furiosas ellas mismas con la adjudicación del color rosa al sexo femenino.
Y eso respecto a las niñas disfrazadas de bruja. Las que opten por ponerse de hadas deberán evitar que sus vaporosos vestiditos sean, por la misma razón, blancos, de manera que unos más apropiados colores pardos evitarán la fácil ofensa hacia los niños pardos y prevendrán, bajo oportunos criterios profilácticos, que la cría se ahogue ella misma en la latente hidra racista que pugna por salir de su corrompido interior y cuya primera transustanciación son, precisamente, las malditas y vaporosas gasas blancas que portan, helada en su desprecio a la dignidad humana, la ofensa hacia otros seres humanos menos blancos y quizás también menos vaporosos.
Anne O’Connor, en artículo ya clásico del Telegraph extendido y comentado en tertulias por todo el planeta (menos en las españolas), admitía que, sí, “las personas que se ponen a la defensiva pueden decir ‘bueno, nada malo hay en el papel blanco'”, pero, sin embargo, las personas sensibles como ella advierten que “en realidad, sí podría haberlo (algo malo en el papel blanco) si no te ves a ti misma reflejada en las cosas que se encuentran a tu alrededor”. Ella, por ejemplo, blanca como es, se ve reflejada en el papel blanco. Y entonces lo consideró ofensivo y maligno. Y, como bien dijo ya la Biblia, si el papel blanco te ofende, arráncatelo y arrójalo lejos de ti.
Niños pequeños, especias y odio racial
Psicólogos y pedagogos británicos (en especial, a juzgar por las firmas de los trabajos, ‘psicólogas’ y ‘pedagogas’ británicas), mantienen una feroz lucha a cara de perro contra el racismo, y están dispuestos -y, sobre todo, dispuestas- a extirparlo desde que los niños blancos -los únicos sometidos a estrechísima vigilancia- ni tan siquiera tienen consciencia de sí mismos.
En 2008, las autoridades educativas del National Children’s Bureau publicaban una guía, redactada por otra de estas inmarcesibles psicopedagogas, Jane Lane, en la que advertía sobre el racismo igualmente velado, implícito, en los niños pequeños (blancos) que se niegan a comer comidas especiadas. “Al primer indicio, se debe informar a las autoridades”, recomendaba la señorita antirracista, deseosa de cortar con un severo tajo la repugnante serpiente del odio racial agazapada en esa aparentemente inocente criaturita (blanca) que se niega a deglutir el explosivo curry antirracista que le es servido como continuación del pecho materno y su blanca leche (ND).
Es sencillo comprobar y verificar la necesaria ingeniería social aplicada ya desde las guarderías, donde una turbamulta de vírgenes locas luchan entre ellas por la castración del horror machista, racista y violento que se agazapa en los niños pequeños (blancos) mientras ponen con sus regordetas manecitas (las de los niños racistas), manitas prestas al crimen y a la violación, un cubo de plástico encima de otro cubo de plástico en juego sólo aparentemente inocente porque, bajo su frente serena, se agitan las perversidades de la agresión machista y racista.
La tarta asesina
En Estados Unidos, un niño de seis años llegó a ser expulsado de su colegio y enviado a un reformatorio por acudir a clase con un cubierto multiusos de camping con el que pensaba, en acción adecuadamente abortada, partir el pastel de cumpleaños elaborado por su abuela para invitar a sus compañeritos y compañeritas. Antes de asesinarlos con el cubierto multiusos de camping, se entiende (ND).
La histeria antiviolenta en las guarderías llegó a tal extremo, que las propias autoridades británicas, abanderadas en la erradicación del instinto asesino de los niños de guardería y parvulario, emitió otra de sus afamadas guías psicopedagógicas recomendando que no se reprimiera con tanta dureza el instinto de los niños pequeños a jugar con armas y monstruos generalmente armados, y cuyo mayor poder ofensivo se basa en lo feos que son (ND).
Ahora, tras las oportunas admoniciones antirracistas de Anne O’Connor, los profesores y, en especial, las profesoras, dispondrán de otra potente arma de purificación y promoción del amor universal en el color del papel en el que garabatean esas criaturas, sólo inocentes en apariencia, pero dispuestas a dejarse caer en una perversión más de la polimorfa perversidad infantil de la que ya advirtió Freud, en su infinita sabiduría transmitida a todas estas ridículas sacerdotisas consagradas al dios más idiota, vestales de la raza de su propia estupidez.
Nadie dice que África necesita diversidad.
Nadie dice que Asia necesita diversidad.
Ya son 100% diversos.
Sólo se dice que los niños blancos en los países blancos necesitan diversidad.
Los países blancos serán 100% diversos cuando no queden blancos.
Diversidad es una palabra en clave para geNocidio blanco.
Antirracista es una palabra en clave para antiblanco.
¿Hasta donde hemos llegado? ¿ que gilipollez es esa? . Señora vayase a freir puñetas. –¿ El trasero con que me lo pimpio? color marron o rosa.
Cualquiera le pide un “beso negro” a la O’Connor esa.
¿Por qué hay tanto imbécil en las altas esferas?
¡Por qué cuando sobra el dinero en vez de trabajar se vive vagueando?
Lo más sensato que he oido en las últimas décadas
Y si encima te pagan por decir burradas…
Excelente pregunta,Rebeca,para la que no tengo respuesta.Quizás se debe al virus de la igualdad,ideología que está fuera del mundo real.Una ideología que será un fracaso como lo fueron otras ideologías del pasado reciente(socialismo…)y que dejan de lado la naturaleza biológica del hombre.
Chiquita enfermedad,Dios
“O´Connor exige purificar el material escolar del papel blanco, que, en todo caso, debería ser compatibilizado con papeles marrones y negros con el fin de que los niños marrones y negros no se sientan ofendidos por los papeles blancos,”. Vaya gilipollez, si alguien ve reflejado el color de su piel en una simple hoja de papel es que se encuentra muy enfermo, en serio. El papel suele ser de color blanco por una sencilla razón: por que resultan más facíles de ver y resaltan más a la vista unas letras negras sobre fondo blanco que letras blancas sobre un fondo… Leer más »
Luis. posiblemente esa sea la explicacion, que anda la pobre “falta de carne” y a ver si de una forma u otra consigue “algo” aunque sea negro
Mmm, no se me había ocurrido, jajaja.
¿Vais a dejar de usar el término “progre”?
Los antiblancos sólo reconocen que los blancos existen cuando hay que insultarlos y echarles la culpa de los males de la humanidad, que situarán en TODOS los países blancos y SÓLO en los países blancos. ¡Es geNocidio!
Dicen que son antirracistas, pero realmente son antiblancos.
Antirracista es una palabra en clave para antiblanco.
Creo que esa “experta” lo que necesita es un buen psiquiatra, porque está para que la encierren. No pretenderá que los alumnos escriban sobre un papel de color negro, ¿verdad?
Una psicomiembra ,¿experta?Que le den una montaña de platos sucios,un estropajo y un bote de Fairy,y a fregar,porque cuando a una unineuronal le da por pensar,nada bueno salir.
La nieve es un símbolo racista, la leche tambien.
Nos estamos volviendo locos o que ??? pero que coño nos pasa con lo musulmán ???
Sinceramente, están como un cencerro, menos mal que la regla de las mujeres es roja, porque sino también pediría que le cambiaran el color, no sea que también se nos ofendan.
Esto ya es el colmo!!!!!
CADA DIA MAS LOCOS
DENUNCIEN AL SOL PARA QUE NO BRILLE Y SU LUZ NO SEA BLANCA
TAMBIEN A LA LUNA PARA QUE CAMBIE DE COLOR EN LA NOCHE
CADA ESTUPIDEZ QUE SE MIRA EN ESTOS DIAS POR FAVOR
MIRA ¿ LA COCA QUE SE METIERON ERA NEGRA O QUE ?
POR QUE SOLO UN DROGADO Y TRASTORNADO PEDIRIA ESTO
¿A esta tía que le daban de comer cuando era pequeña?