España, una nación en bancarrota económica y moral
José Alfredo García Fernández del Viso/Redacción.- La sociedad española actual está inmersa en una crisis brutal donde lo que se debate en cierto modo es la “idoneidad del sistema”. Desde hace 36 años el deterioro de la sociedad española ha sido continuo, hasta el punto de que lo anormal aparezca como normal y lo amoral como moral.
España sufre en la actualidad un problema económico colosal, pero no es menos cierto que lo que algunos llaman crisis no deja de ser consecuencia de la dramática falta de valores imperante en nuestra nación.
Durante cuarenta años, hasta 1975, España era una nación floreciente, en paz consigo misma, culturalmente vertebrada, con una calidad de vida que en 1971 superaba a la media europea, con unos dirigentes que actuaban al dictado del interés general y, por todo lo anterior, envidiada por las naciones de nuestro entorno. Todo ello fue el resultado de una política seria, cabal y fructífera, asentada en unos recios valores, en unos firmes principios y en unas ideas que no se sometieron nunca a negociación ni a cambalache.
En aquel entonces, no tan lejano, en España había trabajo, prosperidad, pero también fundamentos, ya que un país sin fundamentos no es nada, sólo una mera entelequia.
Esos fundamentos que hicieron de España una nación, única, grande y realmente libre, se han intentando dinamitar por todos los medios al servicio de este Estado, hasta su total aniquilación tras más de tres décadas de partitocracia, donde lo importante ya no es la grandeza de un país sino el interés egoísta de cada uno.
España se forjó bajo los principios de la cristiandad. La defensa de ese ideario acrisoló nuestra identidad nacional y cultural. Todo aquello se pretendió dinamitar durante los años 30 del siglo pasado, a través de españoles-títere que antepusieron a esta noble condición la de actuar al dictado de la Rusia soviética. Contra ellos se alzaron millones de españoles de todas las edades y condiciones, de norte a sur y del Mediterráneo al Atlántico, en julio de 1936. Capitaneados por Francisco Franco, se consiguió poner freno a las pretensiones estalinistas y devolver a España a la senda del progreso, la modernidad y la civilización occidental.
Llegó sin embargo el año 1975, cuando fallece Franco en una cama de su Seguridad Social. El sistema que había llevado a España a ser la séptima potencia industrial del mundo comienza a ser derribado desde dentro. Las lealtades se olvidan y los “liberticidas” irrumpen en el panorama político.
El panorama no puede ser más aterrador 37 años después. Vivimos en un país donde las obligaciones han desaparecido. No existe el esfuerzo, no existen los valores, no existe ninguna idea trascendente.
¿Quiénes serían los responsables del marasmo económico en el que estamos inmersos; del desigual reparto de las rentas; de la privatización de los beneficios y de la nacionalización de las pérdidas; de la corrupción —plaga de la mayoría de las democracias europeas— ; del laxismo y de la “decadencia” de las costumbres occidentales; del feminismo corruptor de las costumbres y causante del abandono de nuestros hijos; de la estructura política anquilosada de los Estados; de la crisis de identidad, consecuencia directa de la islamización de Europa; de la desaparición del tejido social e incluso de la crisis ecológica, sino las élites políticas contaminadas por el viejo ideal de la izquierda?
La sociedad española, desde las más altas instancias, ha sido eficazmente anestesiada.
España ha dejado de serlo para convertirse en un “concepto discutido y discutible” pactado por organismos nacionales bajo la tutela de otros tantos internacionales.
Aquella sólida sociedad que luchó por sus ideales se ha transformado en una población mediocre y fácilmente manipulable. Principios como el deber, la responsabilidad, la moralidad, la disciplina… han sido sustituidos por otros como la elusión de responsabilidades, la irresponsabilidad y el pasotismo.
El concepto de compromiso no existe, ya que lo que prevalece es un deseo de conseguirlo todo fácilmente y sin esfuerzos. Antaño el deber significaba mucho, en la actualidad no significa nada. Hoy los españoles no quieren comprometerse con nada que carezca de un valor económicamente canjeable.
Por otro lado, la sociedad que olvida a sus mayores termina degradándose. Nos estorban los mayores (ocho de cada diez son abandonados en residencias), se pretende introducir la eutanasia para poner fin al ‘problema’ e incluso una partida de los presupuestos generales del Estado se destina a proteger y amparar una Ley de Dependencia. En contraste, durante el anterior régimen se fomentaba y protegía el amor a la familia y el cuidado a los ancianos. En 1959, las residencias españolas acogían a tan sólo 7.643, en su mayoría sin familiares directos. Hoy son casi dos millones los que malviven en residencias geriátricas. El pasado año, más de 5.000 mayores fueron abandonados por sus familias en lugares tan inverosímiles como gasolineras e incluso zonas desiertas.
Han sido tantos años de destrucción moral que ya hemos perdido sin remisión a varias generaciones, sin posibilidad de recuperación posible. Se promociona la droga, el relativismo, la pornografía, el aborto y el feminismo para destruir las bases sobre las que se cimenta una sociedad con apego a su supervivencia. Todo ello aderezado con un sistema educativo paupérrimo.
El sistema ha conseguido invertir todo el orden moral en nuestros alumnos. Se demoniza el esfuerzo y la brillantez, se lamina la autoridad del docente y nuestros jóvenes han tomado como modelos icónicos a los personajes más cutres y zafios del famoseo.
Pese a la merma de medios en comparación a los actuales gracias a las subvenciones europeas, el franquismo hizo de la excelencia educativa uno de sus principales objetivos, con una plantilla de profesores de las más cualificadas del mundo. Los resultados eran también otros. Los licenciados universitarios no tenían problemas para hallar un buen empleo; la demanda de técnicos nacionales era creciente. España llegó a ser el primer país del mundo en porcentaje de empleo entre los jóvenes salidos de las universidades del Estado.
Respecto a los trabajadores, sus derechos estaban garantizados por el Estado gracias sobre todo a la influencia social de unos sindicatos alentados por el espíritu joseantoniano de poner la maquinaria productiva al servicio del productor y no como ocurre actualmente. Aquellos sindicatos verticales no cifraban su fidelidad al régimen en base a subvenciones ni prebendas con cargo al erario público y su eficacia llegó a ser tal que, en contra de lo que la propaganda nos cuenta, decenas de empresarios fueron sometidos a juicio por incumplimientos laborales. Aquella descomunal obra de ingeniería laboral propició el surgimiento, por vez primera en nuestra historia, de una vastísima clase media con acceso directo a bienes de consumo que hoy vuelven a ser exclusivos de unos pocos.
Asimismo, España se dotó de la mejor infraestructura turística de Europa. Millones de turistas coparon las playas y los lugares de descanso porque España, además de su benigno clima, les ofrecía modernas infraestructuras viarias, instalaciones hosteleras y hoteleras de primer orden (la red de paradores es sólo un ejemplo), una red de transportes altamente competitivos, unos profesionales altamente cualificados, unos precios ajustados a la calidad del servicio y, sobre todo, la garantía de una tranquilidad social y de una seguridad ciudadana casi absolutas.
Por desgracia, hoy vemos cómo desde las más altas instancias se lucha contra los principios que antes nos robustecían. En los años 60, los adolescentes españoles soñaban con ser médicos, arquitectos, militares, ingenieros… Hoy en cambio quieren parecerse a los concursantes de Gran Hermano o emular a los protagonistas más estrafalarios de la telebasura.
La partitocracia española se ha cimentado sobre una gran mentira. Se dice abolida la pena de muerte, pero cada año mueren asesinados 100.000 nonatos españoles en las clínicas abortistas. Se dice que vivimos en un Estado de Derecho, pero la posibilidad de que un inocente ingrese hoy en prisión es notablemente mayor que durante la llamada dictadura de Franco. Hoy basta una simple denuncia por malos tratos para que el varón denunciado pase a disposición judicial, previa visita al calabozo.
En 1.969, la población reclusa española era de algo menos de 15.000 personas. Hoy la cifra se multiplica por cinco.
Mientras la Justicia se ensaña con los padres de familia, en muchos casos inocentes, se garantiza al delincuente extranjero todos los derechos y se invierte la escala de preferencias delictivas. Robar a un anciano en la vía pública se tipifica como falta, mientras que un bofetón a un hijo se castiga hasta con tres años de cárcel.
Otro caso es la ejemplaridad de los cargos públicos. Mientras con Franco los alcaldes y concejales no percibían retribución alguna por su labor de servicio público, hoy la lista de concejales y alcaldes millonarios se haría interminable. A su muerte en los años 90, el ex ministro Girón de Velasco dejó a su familia una menguada herencia de dos millones de pesetas luego de haber permanecido más de treinta años ocupando algunos de los más altos cargos del Estado.
El alcalde más longevo de Marbella durante el franquismo, Francisco Cantos, siguió ejerciendo su profesión de sanitario hasta poco antes de morir debido a sus problemas económicos. Recurrimos al ejemplo de Marbella por su significación durante estos años de democracia liberal como arquetipo de latrocinio político.
No obstante, al comienzo del período de destrucción nacional, se levantaron voces, a veces llegaron a ser miles e incluso millones, que pronosticaron lo que se avecinaba con exactitud aritmética. Esas voces que clamaron en el desierto ibérico fueron tildadas de “fascistas”, “retrogradas” y hasta de “antiespañolas”, ya que el sistema debía afianzarse a toda costa, y nada ni nadie debía hacerle frente con verdades fácilmente verificables a poco que el instinto crítico y la rebeldía intelectual se sobrepusieran al sectarismo y el adoctrinamiento.
Al inicio de esta partitocracia se advirtió del problema de los separatismos y de muchas de las actuales pandemias que entonces comenzaron a incubarse. De entre todas esas voces sobresalió la de Blas Piñar, al que se opacó como si se tratara del peor enemigo de España. Había que evitar que su ejemplo de lealtad, su compromiso ético y su rigor político calara entre los españoles. Si no lo asesinaron como a Carrero fue sólo porque al sistema no le hizo falta.
Por todo ello, el español se ha convertido en un ser silente: come, vegeta frente al televisor, sueña con utopías irrealizables, y los menos trabajan. Los compromisos de antaño han pasado hogaño al limbo de los justos, la solidaridad ha desaparecido y con ella el compromiso moral e indiscutible de conservar lo que nuestros antepasados nos legaron aún a costa en muchos casos de sus preciosas vidas: España.
Comentarios
30 comentarios en "España, una nación en bancarrota económica y moral"
El socialismo y la masonería están instalados en todas las instituciones, desde las cuales se extiende la podredumbre por todas partes. Me duele especialmente, que nuestros eclesiásticos anden por éstos caminos y hayan abandonado el Camino bueno: han sustituido el “niégate a ti mismo” por el quiérete a ti mismo, la autoestima, y todas esas cosas masonas que pudren dulcemente al hombre y a la sociedad entera. Así lo digo: por estos curas garrulos que tenemos padecemos las desgracias; evidentemente, pasando después, por todos fg, zp, y demás compañeros miserables.
Cuantas veces he pensado y pienso que daría un brazo por que Franco resucitara y se pusiera otros cuarenta años al frente de España.
Desgraciadamente no tendremos esa suerte, en este país hay demasiada gentuza de escasa valía que rabiarán como perros cuando temen que le vayan a quitar el hueso de la bocaza.
Me apunto a leer todos lo días este digital. Viva Franco, arriba España.
Ese progre es fruto de los valores que promueve el ultracapitalismo y el Dios mercado para el cual todo es válido para el negocio.
Anarcoliberalismo y marxismo cultural son los que a día de hoy marcan “los valores” actuales a seguir por la borreguicie que llaman sociedad.
Reconozco que soy un jilipollas progre, lo siento, trataré de leer algo más y ver menos tele a ver si esto se me pasa.
Y después los de baja catadura moral somos los demás. Bravo por este gran ejemplo de libertad, no perderé más mi tiempo con ustedes.
Nota del moderador: Carrereta y manta, progre y pobre sectario.
Es que no paran ustedes. Supongo que esto sería lo habitual en los tiempos que tanto añoran, tiempos que, no sé si por suerte o por desgracia, yo no he vivido.
los tiempos que añoramos los que aqui pululamos son los que nos prometieron con la llegada de la democracia y nos han llevado a todo lo contrario. La mayoria nos criamos en la democracia y de la dictadura, solo de oidas. Al pasado, tierra, y a luchar por el futuro de nuestros hijos, ya que el de nuestra generacion, la quinta del Guateque nos la ha jodido del todo.
Este artículo me deja mudo. Creo que es, en concreto, muy interesante para nosotros, los jóvenes interesados en el problema, que no hemos vivido lo suficiente como para haber visto eso de lo que habláis en este artículo: la España de verdad.
¡ ¡ EXCELENTE ARTÍCULO ! ! ¡ ¡ ¡ Un 10 ! ! !
Gracias por contarnos la Realidad de aquellos Años.
Saludos, Fuerza y Honor.
¡¡¡¡VAAAAAAAAAAAAA!!!!
Esta es una de las cosas que me chocó de la mili. Había que fritar sólo ¡vaaaaa! para que sonara al unísono.
Como siempre, “los progres” no dan ni un solo argumento, lo suyo siempre es la crítica vacia o el insulto directo.
Buen artículo descriptivo.
Veo que mi comentario ha servido para que cambien el artículo. Además, después de esta revisión, ya no tiene faltas de ortografía. Me alegro de haberles servido de ayuda, de nada.
El “progre sectario” no tiene razón, Google le quita la razón, múltiples artículos en periódicos y revistas lo demuestran, este historiador, a través de sus numerosos libros y publicaciones, reiteramos, que es un habitual colaborador de la Fundación Nacional Francisco Franco, nos debería impeler a sentirnos orgullosos de nuestro pasado triste, oscuro y mediocre. ¡Adelante!, no nos arredremos, es el momento de acabar políticamente con todos los que no piensen como nosotros….
“es el momento de acabar con todos los que no piensen como nosotros”
Gran ejemplo de libertad y de los altos valores morales que tanto salen a relucir por aquí el que das con esta frase, bravo y viva. Solomente dime, por favor, si para llegar a esa brillante sentencia te has fijado en Hitler o en Kim Jong-Il, para saber de qué pie cojeas.
@alucinado:
«… aprenda a escribir o revise sus textos antes de publicarlos porque nadie en su sano juicio haría caso… ».
Te falta una coma entre «publicarlos» y «porque», campeón, Si vas a criticar, hazlo desde el ejemplo.
Perdón, después de «campeón», yo tendría que haber puesto un punto, y no una coma.
No le contesteis, si precisamente lo hace para creerse que fastidia y mofarse. Si no le contestais se cae por si solo, ya que cualquier persona con dos dedos de cabeza se percata de que no es más que un subnormal, de los que España está llena desgraciadamente.
Es verdad, oidos sordos a esta panda de resquicios de la sociedad, renegados de su pasado y carentes de identidad. Si nosotros nos mantenemos fuertes en nuestras convicciones y pensamientos estos bobos terminarán aburriendose y terminarán todos aprendiendo “punto de cruz”.
Muy ingenioso lo de “punto de cruz”, lástima que el pueblo llano no sepa apreciar este sentido del humor tan fino, de lo contrario, otro gallo cantaría…
DEMOLEDORAS LAS VERDADES DE ESTE ARTICULO alucinado te jode la verdad? pues pudrete!!!!! FRANCO FRANCO FRANCO VIVAAAAAA ESPAÑAAAA