Hemos sido convocados a examen el 20-N. Después de que Zapatero y jaurías afines se hayan pasado semanas negando todos los días un posible adelanto, con el falso argumento que era para el bien de España. Se nos va a examinar de democracia. Hay grandes esperanzas de que aprobemos. Debo decir que desde el gol de Iniesta no se había vivido una orgía popular semejante. La derecha liberal exhibe ya la piel del oso antes de cazarlo. Por fin, los españoles ingresaremos en el mundo con la cabeza muy alta, dicen sus mandatarios con fervor de niños. Todo, en torno, es felicidad y confianza. Tenemos paro, quiebra social, corrupción a tutiplén, ayuntamientos y comunidades autónomas con menos fondo que la piscina de una guardería, una inmigración parasitaria, una parte de ETA en las instituciones, prohibiciones hasta para discutir con la compañera a oidos del vecino, una tercera edad abandonada, una juventud espectral, una clase media venido a menos y una casta financiera venida a más, pero ya se habla por los grandes santones del porvenir, por los faquires del futuro, por los arúspices de la democracia, de que todo esto cambiará a partir del 20-N. El examinador se llama sufragio universal, y si aprobamos nos dan de premio a Rajoy, don Mariano, felizmente de vacaciones desde no se sabe cuándo.

Se comprende que no me entusiasme mucho someterme al examen. Del PP me interesa casi nada la grandilocuencia retórica de sus líderes y sí que me respondan, sí o no, a estas preguntas que deberían ser claves para muchos de sus posibles votantes, los menos incondicionales como yo. Menos monsergas y respondan si van a seguir el criterio de que la educación diferenciada, como modelo pedagógico, no puede considerarse un supuesto de discriminación por razón de sexo.

¿Se van a revocar todas esas normas cochambrosas tantas veces criticadas desde la oposición? ¿Qué pasará con la ley de custodia compartida? ¿Se dará prioridad al pacto entre los progenitores y, en ausencia de acuerdo, a la contemplación de la custodia compartida como regla general, regulándose asimismo la relación de los menores con sus hermanos, abuelos, otros parientes y personas allegadas?

¿Desaparecerá de nuestro ordenamiento legal el principio anticonstitucional de la discriminación positiva? ¿Derogará el PP la Ley contra la Violencia de Género, causa de zozobra y desequilibrio familiar en favor de las hembristas?

¿Pasará a mejor vida la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo?

¿Defenderá el PP los tres supuestos de la ley del aborto de 1985 o mantendrá la actual?

¿Suprimirá el PP las subvenciones a todas esas organizaciones y ONG progres agrupadas todos estos años en torno a los objetivos propagandísticos de la izquierda social española? ¿Se derogarán las ayudas a toda esa camada de colectivos próximos al PSOE, desde artistas a feministas radicales? ¿Dejará de subvencionarse el clientelismo electoral y el parasitismo? ¿Desaparecerán las subvenciones a los metrajes españoles? ¿Se dará marcha atrás a la ‘ley Sinde’?

¿Pretende Mariano Rajoy visitar Marruecos en su primer viaje oficial al extranjero, como ininterrumpidamente vienen haciendo los presidentes españoles desde 1982 en un incalificable gesto de claudicación ante el monarca alauita?

¿Se anularán o no las leyes de Igualdad? ¿Se echará o no triple cerrojo a la asignatura Educación para la Ciudadanía? ¿Se apostará al fin por una educación que prime el valor de la excelencia y la utilidad de la disciplina?

¿Pondrá o no freno el PP a la llegada de inmigrantes? ¿Favorecerá o no Mariano Rajoy las políticas orientadas al fomento de la natalidad entre las familias españolas de origen? ¿Se permitirá que miles de magrebíes puedan votar en las elecciones locales de 2015 en virtud de un quijotesco acuerdo de reciprocidad con Marruecos? ¿Estarán las futuras leyes de extranjería al servicio de una oferta laboral de bajo coste salarial (doctrina Aznar) o del interés de los trabajadores españoles? ¿Se pondrá tasa al ingreso profesional en nuestro ejército de soldados extranjeros sin ningún vínculo emocional con España? ¿Orientará o no sus objetivos nuestras Fuerzas Armadas a la defensa del territorio nacional español contra cualquier amenaza procedente de dentro o fuera del mismo?

¿Se extremarán o no los controles policiales y legales sobre asociaciones y colectivos islámicos, procediéndose a la expulsión de todos sus ilegales y a la clausura de cualquier mezquita o entidad vinculadas a grupos que sean refractarios a la cultura y la tradición españolas?

¿Qué límites estaría dispuesto Mariano Rajoy a sobrepasar en el caso de que la aritmética electoral le obligase a pactar con los nacionalistas?

¿Pondrá freno al PP al laicismo radical que ha prevalecido estos años? ¿Qué pasará con la ley de memoria histórica, causa de enfrentamiento y fábrica de rencor entre españoles? ¿Se blindarán los símbolos de nuestro pasado histórico más reciente? ¿Se respetará al fin la memoria de los vencedores de la guerra contra los rojos? ¿Garantizaría Mariano Rajoy que el Valle de los Caídos seguirá cumpliendo el objetivo para el que fue construido? ¿Se mejorará el actual Concordato con la Santa Sede?

¿Se cambiará la ley del Menor para establecer la responsabilidad penal desde los 14 años?

¿Mantendrá un Gobierno del PP una actitud de firmeza frente a las provocaciones de Marruecos?

¿Se restablecerá nuestro derecho a fumar en lugares públicos que hayan sido acotados para tal menester?

¿Ajustará cuentas el PP con los jueces y fiscales progresistas, responsables últimos del pandemonium judicial? ¿Serán restituidos en sus puestos jueces de tan alta probidad moral como Fermín Calamita y Francisco Serrano?

Son sólo algunos de los interrogantes que deberían ser planteados por quienes conciben la acción de un Gobierno como algo mucho más importante que un mero cambalache de siglas.

Que responda Mariano Rajoy. Que responda ahora y que decidamos entonces si merecerá o no la pena el cambio. Eso o lo que dice un amiguete, que es casi tan mal hablado, tan desconfiado y tan grosero como yo, y también sin las debidas licencias académicas: Para que sigan las cosas como hasta ahora, ¿por qué no se mete las elecciones el señor Rajoy y todo el PP mismamente por el orificio centrista?