«¿Cómo se puede ser tan mala?»
Julián García/EP.- Si eso era teatro, diablos, era teatro del bueno. Jorge Javier Vázquez, en los estudios de Telecinco, con el bigotillo sudado y a ratos tembloroso. Aída Nizar, en la playa hondureña de Cabeza de León, vestida con un sucinto biquini blanco, los brazos en jarras, ora desafiante, ora desconcertada. «Si tienes un poco de dignidad y de decencia, Aída, estate callada. ¿Cómo se puede ser tan mala persona?», exclama Jorge Javier, con la vena inflamada y la chaquetilla blanca a punto de estallarle. «No acepto que me llames mala persona», contesta Aída, sin saber, o eso parece, la que le está a punto de caerle encima. «En realidad, Aída, yo habría empleado otro término que empieza por hache y termina por puta. Hija de puta». Santo cielo. La ha llamado «hija de puta»… La tensión se palpa, se siente, se transpira. Llanto y crujir de dientes para uno de los más abominables aquelarres de telebasura que uno recuerda. Pura bazofia catódica. Perturbadora y demencial, como mandan los cánones del género.
El rifirrafe entre Jorge Javier y Aída en la décima gala del portentoso reality Supervivientes, la noche del jueves, tiene su origen en una conversación entre la carismática polemista de Valladolid y la concursante Rosa Benito, cuñada de la cantante Rocío Jurado y del torero Ortega Cano. A ver cómo lo podemos explicar: Aída fue eliminada en la primera gala, pero la dirección de programa decidió reenviarla a la isla con el perverso fin de castigar a los concursantes. El caso es que Rosa Benito tuvo que quedarse a solas con Aída en la playa de Cabeza de León. Y ahí, con las dos tumbadas como reinas en la arena, salta la espoleta termonuclear. Aída, que es lo más parecido a un bicho que hay sobre la faz de la Tierra, empieza a formular macabras preguntas a Benito sobre Ortega Cano. Recordemos que los concursantes no tienen ni idea de lo que sucede fuera de la isla, así que Benito desconoce el terrible accidente de tráfico que sufrió el torero y en el que falleció una persona. «Imagina que le pasa algo a Ortega. ¿Con quién se quedarían los niños?», inquiere Aída. Escalofriante. Más preguntas, más insidias: «¿Ortega Cano es creyente? ¿Ha dicho alguna vez dónde quiere ser enterrado?». «Pero vaya cosas que me dices ahora. Es que no se me ha pasado por la cabeza preguntarle eso…», responde la incauta Benito. Hay algo en esa conversación que hiela la sangre.
4,1 millones de espectadores
«¿Cómo se puede ser tan mala persona, Aída? Los responsables del programa hemos visto el vídeo entero y la palabra que más se ha repetido es asco», brama Jorge Javier, en presencia de la madre de Aída, María Ángeles, que prorrumpe en llanto víctima de un ataque de nervios. «¡Has llamado hija de puta a mi hija! Te exijo una disculpa», grita una y otra vez. Jorge Javier intenta expulsarla del estudio sin que lo permita la dirección. «Audiencia, audiencia, eso es lo que os da mi hija», espeta la madre, en un brutal ejercicio de clarividencia sobre las cloacas del mercado audiovisual.
En la isla, Aída, que también sabe lo suyo del tema, mete el dedo en la llaga. «Pido disculpas a las familias a las que haya podido ofender, porque no era mi intención, pero, si tanto daño he hecho, ¿por qué esta cadena ha emitido el vídeo de la conversación?». La perversa respuesta la ofrecen los espectaculares datos de audiencia: 32,7% de share y 4,1 millones de espectadores, récord de la historia del programa, oferta más vista del día y minuto de oro a las 23.24 horas, con 5,9 millones de espectadores.