Anticomunista
Sergio Calle Llorens.- El 19 de agosto de 1991 se produjo una intentona golpista liderada por la cúpula del Partido Comunista de la Unión Soviética, que acabó paradójicamente por hundir a todo el bloque del este. Les hablo del fin de una ideología que ha causado 100 millones de muertos en todo el mundo, y que todavía es reverenciada por una masa nostálgica que siempre ha tenido miedo de la libertad con mayúsculas. Aquel día, el PCUS tenía más de 20 millones de militantes y las juventudes comunistas contaban con más de 40 millones de miembros. Y todo con el apoyo del ejército rojo. Pero cayeron y el mundo es desde entonces un lugar mejor. La verdad es que al echar la vista atrás, conmueve recordar como Mijail Gorbachov sobrevivió al golpe y a esa pandilla de villanos. La apertura o glasnot impulsada por él, puso fin al modelo establecido por el asesino de Stalin. Les hablo de un régimen en el que los dirigentes sumaban el 1,5% de la población. Algo que también se da en cada dictadura comunista.
Hoy, por tanto, es un buen día para homenajear a todos aquellos que lucharon en la extinta Unión Soviética contra el comunismo. Gente que no entendió jamás que en occidente no vieran que si el sistema era tan bueno, no hacía falta construir un muro para que sus ciudadanos no escaparan de allí. Su lucha fue titánica y conmovedora. A muchos les costó la vida y la hacienda. Lo que no perdieron nunca fue la dignidad. Batallaron con orgullo sabiéndose perdedores en aquella inmensa cárcel comunista. Por eso hoy cuando sigo viendo la hoz y el martillo en manos de esa turba incapaz de comprender la palabra libertad, me estremezco al pensar en lo que pasaría si algún día vuelven a señorear por Europa. Curiosamente, ninguno de esos eurocomunistas vivió jamás el terror soviético. La verdad, como decía Don Quijote, adelgaza y no quiebra, y siempre nada sobre la mentira como el aceite en el agua. Aquí, la única verdad es que el comunismo propuso esclavizar al hombre mediante la fuerza y el socialismo mediante el voto. Es la misma diferencia, como dijo Ayn Rand, entre el asesinato y el suicido.
Valgan estas modestas líneas como homenaje a la banda berlinesa compuesta por mis tres amigos alemanes que en una noche sin luna saltaron el muro. Donde quiera que estén, que la fuerza les acompañe.