Griñán ha clavado dos cruces en Despeñaperros como aviso a todos los que llegan desde el norte a Andalucía. Dos cruces de cuyos maderos cuelgan dos nombres: Manuel Chaves y Luis Pizarro. Con ello lanza el mensaje de que él es el dueño y señor de toda la satrapía andaluza y que no reconoce otro señor más allá de sus fronteras. Sin embargo, opta por una sustituta del inenarrable Zapatero como candidata a Madrid: Carme Chacón. De esta forma une a la federación que coronó a Zapatero con la que más peso tiene en el partido.

El PSC está herido y castigado desde la caída en las urnas del charnego Montilla a manos de la nueva nobleza catalana de C.I.U., menos levantisca y más, mucho más inteligente que los conflictivos de Esquerra Republicana. El objetivo es recuperar el vivero de votos que el PSOE obtenía en Cataluña de las bolsas de trabajadores desengañados de los del pacto del Tinel. Pero se olvidan que el paro ha golpeado de forma inmisericorde los países catalanes y ha dejado un reguero de desempleados por todas las comarcas y todos las empresas. Y estos no olvidan quienes son los culpables.

Mientras el grueso catalán toma forma en el ministerio de Defensa, Griñán dio un paso el frente para dejar claro quién es él, a quién apoya para suceder a Zapatero, y a quién se debe obedecer y votar. Atacó Cádiz y a todo Cádiz con la defenestración de Luis Pizarro. Pero, ¿quién es el cabeza de lista al Congreso de los Diputados por Cádiz? Pues Alfredo Pérez Rubalcaba. El cántabro gaditano como se autodefinió él mismo. Así Griñán deja con este golpe mortal de ser el heredero a dedo controlado por Chaves a ser el príncipe a dedo que no reconoce a su señor, y se inclina, además, a terminar con otro que le queda en la lista, Gaspar Zarrías. Las cuentas se van ajustando y las navajas están abiertas al igual que los bandoleros andaluces cuando resolvían sus diferencias.

Griñán opta por Carme Chacón porque vio desde Madrid y en primera fila el frío que pasaron muchos diputados andaluces y el propio PSOE de Andalucía cuando Caballos iba en la lista perdedora. Solo la ruptura de la disciplina de la delegación andaluza propició que ganara Zapatero. Por eso no hubo luego tantos heridos de vuelta y solo se conformaron con la cabeza de un Caballos que estará en la historia como un eterno perdedor. Griñán no quiere a Rubalcaba porque Rubalcaba es Chaves, Pizarro y Zarrías, tres en uno. Y Cádiz ya no resiste una nueva ofensiva desde el exterior de las murallas porque dentro tiene las llaves una Teófila con mayorías absolutas. Tan solo les queda la Diputación, donde cada uno de ellos se mira de reojo porque no sabe a qué caballo apostar para ganar. González Cabañas inició el cisma en el último congreso regional y plantó a toda una Andalucía que empezaba a olvidar a Chaves. Y su grito se quedó solo.

Griñán no quería chivatos a su lado, ni delatores, ni gente que solo sabía mal meter en el partido. No quería ser el heredero efímero de Chaves. Alguien le contó que después de las municipales iban a pedirle explicaciones e incluso responsabilidades, y más allá que solo se ocupara de esta legislatura y buscara sustituto/a para dentro de 11 meses. Pero Griñán quiere el poder para él solo y bascula para Huelva y Sevilla, da poder a Málaga, se alía con otra rama de Jaén y se carga Almería. Se queda enfrente una Cádiz díscola, mandatada por un clan que ha quebrado voluntades e impuesto demasiadas consejerías. Pizarro es el pasado, aunque gracias a él el PSOE obtuviera mayorías en Andalucía. Pero hoy hay una terrible amnesia en Andalucía. A Griñán nadie le pide explicaciones, menos aún la gente sombría que siempre actúa desde la oscuridad. Por eso enfila a Pizarro y lo manda al ostracismo, a que pruebe de su propia medicina.

Pero Pizarro sueña aun con Chaves como presidente de la Junta de Andalucía, con el respaldo de Manolo en el reparto de cargos y de altos cargos. Él que tenía la última palabra en las listas, que elaboró una inmensa tela de araña en todos los caminos de Andalucía, al que le debían respeto y fidelidad, había sido el elegido para el sacrificio. Y lo peor de todo es que aun no se entera de que ya no pinta nada en el partido. Su clan se desmorona como un castillo de arena golpeado por las olas. En Jerez perdió la batalla y desde Jerez gritan que hay vida más allá de Alcalá de los Gazules.

Por ello, ya hay dos cruces clavadas en Despeñaperros, y otra va de camino.