España, de nuevo en el punto de mira
Como se temía, la tregua concedida por los mercados a los países periféricos de Europa tras el rescate de Irlanda ha sido efímera y el nuevo año ha comenzado con otro sobresalto en la deuda soberana. El miedo a un inminente rescate de Portugal ha devuelto las tensiones a la zona euro y ha situado de nuevo a España, cuya prima de riesgo se elevó ayer hasta los 265 puntos básicos, en primera línea de fuego.
Los acuerdos de la Cumbre Europea de diciembre, que sentaron las bases de un mecanismo estable de rescate a partir de 2013, han mostrado su escasa efectividad para combatir las crisis del presente. Al contrario, quizás la han exacerbado por no ofrecer respuestas para un periodo transitorio que, dadas las circunstancias, se antoja demasiado largo. Como empieza a ser ya habitual, la UE pone parches a las heridas hipotéticas del futuro, pero sin lograr atajar los males del momento.
Con su reacción, los inversores no hacen sino recordar que los problemas de fondo siguen enquistados. La economía española no logra mostrar síntomas de recuperación, lastrando las posibilidades de sanear las cuentas públicas. El compromiso del Gobierno de respetar a rajatabla una ambiciosa senda de consolidación fiscal equivaldrá a papel mojado si no repunta la actividad y se generan ingresos adicionales. Creer que se puede alcanzar el objetivo de déficit con la única receta de podar gastos es poco realista.
Por si fuera poco, las desviaciones presupuestarias de algunas comunidades autónomas (Cataluña es el ejemplo más reciente) obligan a imposibles ejercicios suplementarios de austeridad en las cuentas del Estado. Al fiarlo todo al ajuste fiscal, el Gobierno olvida que este empeño sólo resulta factible si se sientan las bases para un crecimiento de la economía, emprendiendo reformas en profundidad.
Los anuncios deben dar paso a realidades tangibles lo antes posible para evitar un empeoramiento de la situación. Las perspectivas, por desgracia, no invitan al optimismo. Aún más preocupante que el mantenimiento de los diferenciales tan pronunciados respecto al bund alemán, resulta el escenario de generalizado incremento de los tipos de interés al calor de la recuperación sostenida que experimenta el núcleo duro de los países europeos. Bastaría una subida de 150 puntos básicos en los próximos meses para dificultar seriamente tanto el servicio de la deuda como la captación de la ingente financiación que requieren las entidades de crédito nacionales. Es este efecto combinado el que anticipan los mercados y pone en tela de juicio la solvencia de España.