Matarile progresista
En una reciente entrevista a Leire Pajín, ante la pregunta de si descartaba una legislación que legalizase la eutanasia, respondía la ministra que «Entre las prioridades legislativas del Gobierno están los cuidados paliativos y no la eutanasia, pero el debate no se ha agotado con la ley de muerte digna».
Como por la boca muere el pez (o la peza), queda patente que el objetivo progresista que se persigue en último lugar, a través de la anunciada Ley de muerte digna, es prepararnos para legalizar la aplicación de la muerte a cualquier persona que lo solicite.
La cuestión, aunque moralmente rechazable, no sería tan temible si, en efecto, se aplicara la eutanasia únicamente a quienes la pidiesen; pero el problema es que se comenzará con los que la pidan, y luego se extenderá a quien no esté siquiera en condiciones de pedirla, supliéndose su ausente o «dañada» voluntad, por la de otros más «vivos» o interesados en acabar con el eutanasiado. Aunque eso sí: siempre bajo la solemne invocación de que se hace para evitarles crueles padecimientos…
Por esas casualidades de la vida, o de la muerte, las declaraciones de doña Leire coincidieron en el tiempo con la voluntaria confesión ante el juez, del cariñoso celador del geriátrico de Olot; solícito personaje que, a través de métodos tan higiénicos como la administración de racioncitas de lejía, declaró haber dado pasaporte a unos once ancianitos. Pero eso sí: fue porque «los quería muchísimo» (sic). Pese a tratarse de ancianos llama la atención que nadie (ni médicos ni familiares) se percatase, no sólo de lo repentino de sus muertes, sino de las circunstancias tan «higiénicas» en que abandonaron sus vidas; algo que sólo se explica porque quizás muchos de ellos carecían ya de alguien que se preocupase por su situación.
Y si esto sucede ahora, que todavía existen ciertos rescoldos de repugnancia frente a la eutanasia, no hay que ser excesivamente imaginativos para prever lo que sucederá, cuando padezcamos una conciencia social suficientemente paquidérmica, por obra de una ley que haya normalizado el matarile, aplicando métodos más discretos que el de la lejía.
Quienes vaticinaban que los gastos de atención médica y sanitaria a los ancianos agotarían los presupuestos de la Seguridad Social, y que no dispondríamos de residencias ni geriátricos suficientes para albergar a una población cada vez más senil, como la española, estaban profundamente equivocados.
Miguel Ángel Loma
http://spkpfh.de/Diapatica_de_una_resurreccion.htm
Eutanaisa es eutaNAZIsmo primigeniamente medico